miércoles, 4 de septiembre de 2013

Raúl González Tuñon


Una tarde por el ancho rumor de Montparnasse por ese aire de provincia tan confianzudo y claro –cada ventana paga su pedazo de sol con una canción-, anduve bebiendo el buen vino rojo y alegre como una canción, rojo y alegre como una revolución.

 Y entonces, pensé: ¿qué haré ahora de mi vida? Tengo dos amigos, un saxofonista y un vendedor de globos.

 Ellos me han dicho: viene el invierno y eso es terrible. Los gatos se calientan al sol pero un hombre necesita de la buena lumbre, de la buena carne y de la mujer siquiera dos veces a la semana.

 Algunas mujeres me han detenido en Montmartre pero me piden cigarrillos y cien francos y yo solo puedo darles ágiles besos casi inéditos y hablarles de mi país sin que ellas me comprendan y decirles que Blanca Luz está en México sin que ellas me pregunten quién es Blanca Luz. (...)

 (Escrito sobre una mesa de Montparnasse)

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