domingo, 14 de julio de 2013

Witold Gombrowicz


Me paseaba por la avenida bordeada de eucaliptos, cuando, de pronto, de detrás de un árbol salió una vaca. Me detuve y nos miramos a los ojos. Su condición vacuna sorprendió hasta tal punto mi condición humana –tan tenso fue el momento en que nuestras miradas se cruzaron-, que me sentí confundido en tanto que hombre, es decir, en tanto que miembro de mi género, del género humano. Sentimiento extraño que experimentaba probablemente por primera vez: la vergüenza del hombre frente al animal. Le permití que me mirase y me viese, lo cual nos hizo iguales, yo también me convertí en animal, pero un animal extraño, hasta diría que ilícito. Me puse en camino reanudando mi paseo interrumpido, pero me sentía incómodo, en medio de la naturaleza, que me asediaba por todas partes, y que de alguna manera me contemplaba.

(Diario 1958)

No hay comentarios:

Publicar un comentario