miércoles, 23 de noviembre de 2011

R.I.P

Ha muerto un científico y ha nacido un charlatán.

El mundo está de enhorabuena, E. Punset ha muerto como científico y ha resucitado como charlatán, como falso profeta, como cobrador del frac disfrazado de psicólogo, y es que los cuentacuentos, los vendedores de ilusiones, son los que despiertan al sol cada mañana y consiguen sosegar el odio de las masas.  Sin los charlatanes no existiría la paz interior para los mediocres, ni la exterior para los hombres de libre pensamiento.

Las últimas palabras de Punset en la televisión: “Todo tiempo pasado fue peor” anunciando su último libro se las deberían de haber dicho a los judíos que fueron víctimas del holocausto nazi cuando se encontraban en Auschwitz o en cualquier otro terrorífico campo de concentración, o a Steve Jobs antes de que le diagnosticaran la terrible enfermedad que acabó con su vida.

Apunta Punset que el optimismo es la fuente de la vida, sin tener en cuenta que para ser optimista hay que ser, como mínimo idiota o imbécil, idiota o imbécil por no reparar en que la vida es truco, una broma de mal gusto, que como mucho se puede tomar a bien, pero no más. Cualquier persona con un grado de inteligencia medio es consciente de que su existencia es absurda, y por lo tanto inservible, infructuosa y yerma, y que como único aliciente para seguir adelante con la misma tan sólo se le ha proporcionado una desgracia ineludible y dolorosísima: la muerte.

Pero a pesar de todo ello, hemos de sentirnos de enhorabuena como ya dije antes, los charlatanes son más necesarios que los médicos los poetas o los filósofos, y si no, miremos a Jesucristo.

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