La genialidad no tiene precio, no se puede comprar, no es apta para estúpidos, es algo etéreo, mágico y al alcance de muy pocos; por eso se explica que la primera edición de Zaratustra vendiese tan sólo 40 ejemplares, y que la gente pase delante de Collin Huggins como si pasara delante de una estatua...
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