jueves, 20 de enero de 2011
Charles Baudelaire "El perro y el frasco"
Mi buen perro, mi bello perro, mi amado fifí, acércate
y ven a respirar un perfume excelente adquirido en la mejor
tienda de la ciudad.
El perro, agitando la cola -lo que es en estos pobres
seres, creo, el signo equivalente a la risa y la sonrisa- se
aproxima y, con curiosidad, húnde su naríz húmeda en el frasco
destapado; luego, reculando velozmente con horror, me ladra a
guisa de reproche.
Ah, perro miserable, si te hubiera ofrecido un paquete
de excrementos, lo habrías olfateado con delicia, y quizá
devorado. De este modo, indigno compañero de mi opaca vida, te
pareces al público, a quien jamás hay que ofrecerle perfumes
delicados que lo exasperen, sino inmundicias esmeradamente
elegidas.
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