domingo, 19 de mayo de 2013

Camilo José Cela



La narrativa de Cela no es, desde luego, insuperable; pero sí superlativa. Cuando lo leo, una profunda zozobra me incita a pensar que jamás seré un gran novelista, ni siquiera uno mediocre. Aunque he concluido que esa empatía que parecía reflejar respecto a las miserias de los pobres, de los pobres entre los pobres, no es más que la gélida visión de un crío crecido entre algodones.

 Alguien que se haya desahogado con una cabra por necesidad jamás lo relataría en una novela, y menos con sorna; en todo caso, lo haría en un diario secreto, para purgar el insufrible sentimiento de vergüenza y humillación que le carcome el orgullo.

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